martes, 21 de agosto de 2012

El viaje (Puertas a la ilusión)

http://www.lienzodebabel.com/
Dejando atrás aquel, a pesar de todo, entrañable lugar, donde todavía algunos visionarios creían contemplar “montañas nevadas” y “rutas imperiales”, yo, en el vetusto convoy, me encaminaba en busca de paisajes y oportunidades más auténticas. La visión del mar desconocida para mí, cuando el tren discurría cerca de la costa, y de las empinadas cumbres que aparecían, no despertaban mi atención. El paisaje que ansiaba disfrutar, y formar parte de él, estaba al final del trayecto. Alcanzado este, ni siquiera pude atisbar tan anhelado destino, comprobada la documentación que portaba, no me fue franqueado el acceso. Regresando, decepcionado miraba el fardel de las viandas, esfumadas, lo mismo que mis ilusiones, viendo solo brillante las desgastadas cantoneras de la rústica maleta.

domingo, 12 de agosto de 2012

Un recorrido decepcionante

Ese maravilloso viaje que le habían prometido, aun albergando dudas, era lo que le alentaba últimamente para afrontar las monótonas jornadas. Él, hombre siempre dinámico e incansable, prematuramente, sin el demandarlo, se vio encuadrado en las “clases pasivas”. Enseguida, por el encadenamiento de tristes e imprevistas circunstancias, tuvo que aceptar, lo mismo que una marioneta, que los hilos que determinaban su existencia fuesen otros los que los manipularan. Recién iniciado el ansiado viaje, el primer apeadero resultó ser una entidad bancaria, negándose allí a claudicar ante un indigno y humillante peaje, la añorada excursión concluyó encontrándose aparcado en un tétrico edificio a las afueras de la ciudad.

lunes, 6 de agosto de 2012

Consejo conciso

http://www.elboomeran.com/blog-post/11/3241/vicente-verdu/el-cementerio/
Aquella tarde, papá, regresó a la tumba entristecido, yo asida de su brazo, paseando por los melancólicos senderos bordeados de agobiantes cipreses, había perseguido distraerlo comentándole los avatares de mi vida. Observándole callado e imantado ante el túmulo, me devaneaba, entre apechar mis entonces dificultades sentimentales o estrenar una nueva página en la andadura de mi existencia. De vuelta, interrumpiendo su silencio, me dijo: la vida ni es una ficción ni un ensayo, pelea por lo que te ilusiona e interesa, pero jamás por algo irremediablemente perdido. Él, permanentemente se reconfortaba recordando la convivencia con mi madre. Afortunadamente, hoy, mi vida también conforma un guión grato de recordar.