No, claro que no queremos abandonarlo--, -pero tienen que hacerlo-, insistió el empleado de seguridad, añadiendo, -este espacio es para los que aguardan a sacar billete-. Los dos ancianos habían encontrado allí el sitio confortable para consumir las interminables horas de las mañanas invernales. Mientras contemplaban el trasiego de convoyes y viajeros, esforzando sus debilitadas mentes, recordaban el ya alejado trajín de sus vidas. Observando el incesante desfile de personas, portadoras de ansias y preocupaciones, aun despiertos, soñaban formando parte de aquel carrusel. Ignorando el espejismo, decididos, convinieron adquirir un billete, pero la incertidumbre surgió al consultarles si lo querían solo de ida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario