miércoles, 1 de septiembre de 2010

Homenaje

Pedro, el oculista, ha salido corriendo. Don Matías, que hace años que no abandona la caverna, es más pesado que el viaje de un elefante. Antonio, levantando del suelo el ánimo cuya caída ha originado la interminable perorata, discretamente también se escabulle. Pepita que soñolienta le cuesta bastante trabajo resistir, se entretiene como tantas veces, recordando todos los nombres de aquellos que le hicieron concebir alguna ilusión. Luisa, aguanta confiando en la milagrosa aparición del hombre duplicado que reviva su monótona existencia. Lástima, se dice ya en casa el oculista, preparando su ensayo sobre la ceguera, que Caín no pueda explicar definitivamente el evangelio según Jesuscristo.

______________________________________________

No hay comentarios: