http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/09/03/noticias/1283529030.html |
Veo
junto a su reloj unos números grabados en su piel, enigma, que el anciano
residente, siempre omite revelar. Las arrugas de su rostro, como las
callosidades de sus ásperas manos, sin aparecer en ellas ningún guarismo, son
referencia de las coordenadas que han determinado una vida dura, repleta de sinsabores y de incesante
lucha. Sentado, sus cansados ojos, que no hace tanto han comenzado a vislumbrar
un tibio bienestar, abstraídos, miran las temblorosas manos que apoya en sus
rodillas. Algo renuente, acepta mi trato, y sin desvelar el enigma, sentencia:
la vida, sin poderlo impedir, también imprime estigmas, que invisibles, son más
dolorosos e indelebles que los dígitos que exhibo.
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