lunes, 17 de septiembre de 2012

Confluencia extemporánea

Y al otro lado de la ventana, nada de nada. Las expectativas eran alentadoras e ilusionantes, pero paulatinamente fueron desvaneciéndose. Asomada allí, todas las mañanas eran esplendorosas, entre los geranio del alféizar, su visión me estimulaba para el resto del día, a la vez que, enseguida, se iniciaba mi desasosiego en espera del siguiente. Después de intermitentes apariciones, estas, mientras me llegaban algunos inquietantes rumores, acabaron extinguiéndose. Pasados muchos años, nunca mi mirada dejó de deslizarse hacia aquel lugar que representaba la frustración de un gran amor. Hoy, ambos con el cabello blanco, mientras ella regaba las plantas, nuestras miradas se han cruzado, no acertando a decirnos nada de nada.

1 comentario:

Laura Rivas Arranz dijo...

Triste. Pero bonito.
Saludos.