jueves, 22 de noviembre de 2012

Accesos celestiales

A la cola, como todo el mundo. Aquella expresión y el contundente gesto que no disimulaba su hierático rostro, lo dejó desconcertado. Él, que siempre había sido atendido sin espera alguna, ocupando en todas las circunstancias los puestos más prominentes, ahora allí, ridiculizado ante todos, era considerado como uno más. Observado por un anciano que de aspecto venerable le precedía, éste le advirtió, -prepárese, últimamente, a los implicados en el “vaticanleaks”, como yo, y en la “prima de riesgo”, como Vd., se demora en atendernos-, añadiendo, -confiemos, para bien de ambos, que no se deba a que espere más emails de “tergiversada” información-.

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