jueves, 19 de julio de 2012

El cazador de sueños ajenos

Por el Barrio del Oeste, un hombre desconocido, paseaba temprano todos los días, acompañado de un perrillo. Parándose, contemplaba con avidez el sacudido que de ropas y alfombras se hacía desde balcones y ventanas. Intrigado, una mañana, interrumpiendo mí marcha decidí preguntarle. Sorprendiéndome, me dijo que perseguía así atrapar los sueños, que desechados arrojaban los demás, pues él ya, ante innumerables frustraciones, consideraba inalcanzables los suyos. Confuso, no entendiendo que los sueños que unos desdeñan otros anhelan ilusionadamente, proseguí mi camino. Pasando algún tiempo, Unamuno, por medio de “Orfeo”, el fiel y comprensivo can, extinguió la “niebla” de mi entendimiento. 

2 comentarios:

Laura Rivas Arranz dijo...

precioso relato. Me ha gustado mucho. Felicidades y saludos.

Unknown dijo...

Gracias Laura, yo todavia ando subiendo y bajando por tu "Peña Celestina".