jueves, 7 de junio de 2012

Tributo gastronómico

Y castiga sin postre al gigante ése, fue su decisión. La “profe” no ignoraba que la razón solo la asimilaba a través del estómago. Mediada la tarde, la fluvial excursión, tuvo como merienda una fulminante tormenta cuyos tenebrosos efectos solo atenuó el ánimo del intrépido gigante. Abandonar la isleta de la acampada, interceptado el acceso, era complicado. El miedo, obstruía también la reflexión de las preclaras mentes para hallar la solución al conflicto. Entonces, “el angelito”, sugirió establecer todos los expedicionarios una cadena, que pivotara en él, para así pasar a la otra orilla. ¡¡ Bien. . .!!, aceptaron todos, pero Miguelón, antes, exigió como peaje el postre confiscado.

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